Recibir el Reino de Dios como niño

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Recibir el Reino de Dios como niño

Experiencia al formar monaguillos

Les aseguro que el que no acoja el Reino de Dios como un niño no entrará en él. (Lc. 18,17), son palabras textuales del mismo Jesús, referidas no como parábola o ejemplo sino como una certeza pues afirma “les aseguro”, y además lo respalda con su propia conducta, Él acoge a los niños, los defiende y más aun se comporta como uno de ellos, incluso cuando es juzgado y pregunta ¿porqué me pegas?, trata a los apóstoles como amigos y Él que es la Palabra que se nos regala como Eucaristía.

Al promover el servicio del altar entre la juventud y la infancia constaté esta verdad y los extraordinarios beneficios generados en el encuentro frecuente e íntimo con la Eucaristía. Encontré la alegría de Carlo Acutis, con esa extraña claridad que comprende la grandeza divina sin perder la sencillez libre de compromisos sociales o complicadas estructuras. La solemnidad se alcanza con el simple concepto de “amigo” para el que se quiere lo mejor.

Con ellos aprendí que la Eucaristía es por esencia comunión, aleja del individualismo aportando una agradable personalidad al natural tribalismo adolescente. Agudiza la creatividad en dirección a lo más perfecto alejando así de las tentaciones -sin que por ello se extingan- porque el Amigo común, el líder del grupo, vivo por antonomasia impulsa al encuentro con la vida entre mascotas, ambientes naturales, grupos sociales de muy variada expresión sirviendo la liturgia como “lengua franca” y ejercicio de templanza que ayuda a enfrentar vida y muerte con enfoques nuevos.

Al convocar para el servicio litúrgico experimenté una gran aventura, supone arrojo y saber que no están controlados todos los elementos, implica salir al encuentro, resolver en el acto, aceptar las sorpresas tanto gratas como ingratas. En resumidas cuentas, es aceptarnos como seres humanos frente a lo divino, una desproporción que siempre quedará abierta. Es acoger el Reino como un niño, con máxima generosidad, pero sabiendo que la perfección está en el “Amigo”.

Aprendí a confiar entre amigos recibiendo simplemente su palabra. En este encuentro con Cristo aprendemos que nos da su Palabra, interpretada mediante una “teología que va de la mano” no son libros ni rigor de palabras sino el convivir con Dios lo que hace teólogos vivenciales a los que acogen el Reino, por eso creo que Jesús así nos quiere, como niños.

Jaime Pérez Guajardo
17 de agosto 2021

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